Pudimos con el Montepaschi. Era lo importante. Ganamos. Tranquilidad, porque todavía puede que no sirva de nada esta victoria.
Alegría total tras ganar el partido |
Tengo que adelantar que el partido no fue para nada un buen partido de baloncesto. Todo lo contrario. Fue a todas luces un partido malo. Muy malo a mi modo de ver. La prensa destaca las defensas de ambos equipos. No estoy del todo de acuerdo. Las defensas fueron infinitamente mejores que los ataques, pero ni de lejos fueron grandes actuaciones defensivas, ni la de un equipo ni la del otro. El 7-8 del primer cuarto no fue debido exclusivamente a las defensas (sino solo hay que ver las faltas que se pitaron). El paupérrimo marcador presagiaba la igualdad reinante durante los cuartos restantes.
Eso sí. El partido fue de infarto. Todo lo que no tuvo de baloncesto lo tuvo en emoción. Personalmente casi me da un yu-yu. Los minutos finales fueron agónicos. Cuando ves que tus jugadores son capaces de hacer mucho más, y una y otra vez, tropezamos y volvemos a tropezar, la desesperación toma cotas desconocidas.
Errores y más errores. En el tiro. En los pases. En los cambios. En los sistemas... Buffff... Creo que hasta Raül (mola escribirlo con diéresis como lo hace él) se equivoca en la última jugada, en la que se queda parado y no intenta dividir buscando doblar el pase o la falta... Menos mal que con su indudable calidad se inventa una finta maravillosa y un tiro precioso. Precioso porque entró. No lo olvidemos. Raül ya lo había hecho al finalizar el tercer cuarto, en donde, sin tiempo, recogió un pase largo y enchufó una gran canasta. Grande Raül!
Raül López |
Esperemos acontecimientos.
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